jueves, marzo 23, 2006

Biocolonialidad del poder...

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La biocolonialidad del Poder

A comienzos del siglo XXI entramos en nuevas configuraciones sociales, políticas, económicas, basadas en otras formas de control sobre las poblaciones y territorios del mundo. Es a esto a lo que autores contemporáneos han llamado “el Imperio” (Michael Hardt, Antonio Negri). En Latinoamérica, el Imperio en la llamada etapa posmoderna, establece formas más intensas de colonización, particularmente con respecto a las poblaciones nativas y a la biodiversidad de los territorios que habitan. Estas poblaciones, de ser un obstáculo para el "progreso" y el "desarrollo", pasaron a ser los "guardianes de la selva" para un capitalismo que moviliza fuentes de conocimiento vernáculo y especializado, lo que se manifiesta en la industria farmacéutica y cosmética, entre otras.

Los desarrollos de la biotecnología articulados en la sociedad del conocimiento vaticinan una era poshumana y posnatural, donde lo artificial reemplaza a lo orgánico. Para estos adelantos son necesarios los conocimientos nativos sobre la biota suramericana. Sin embargo, el tratamiento que se da a las poblaciones nativas en los acuerdos internacionales, a través por ejemplo del tema de las patentes, sigue evidenciando la pretensión de irrespetar la autonomía de éstas poblaciones. Por eso hablamos, en el contexto de la posmodernidad y sus adelantos científicos, de una "biocolonialidad", noción que amplía y actualiza la de Aníbal Quijano sobre “colonialidad del poder”.

Una construcción discursiva de la biodiversidad –la hegemónica–, propugnada por las elites corporativas y las empresas transnacionales, es la que se concreta en los regímenes jurídicos del Imperio, como los TRIPS (Trated Related Aspects of Intellectual Property), que protegen el conocimiento científico/empresarial como mecanismo que permite sacar provecho económico de los sistemas de conocimiento no-occidentales y de su particular manejo de la biodiversidad, permitiendo incluso patentar material biológico modificado, posibilitando la privatización de la vida.

Sin embargo, las poblaciones nativas, por ejemplo las amazónicas, –las organizaciones indígenas bosquesinas p.e.–, diseñan y ponen en práctica formas de resistencia local y ecopolíticas que garanticen su autonomía y su derecho a elegir la historia que desean construir como pueblos. Es la visión contrahegemónica de la biodiversidad, en cuya agenda política se sitúan objetivos como: fortalecer mecanismos de autogobierno y autogestión ambiental a través de la figura jurídica de los Resguardos; mejorar la organización interna; promover la investigación propia para fines propios estableciendo un diálogo crítico con los discursos y actividades científicas ligadas a la conservación de la biodiversidad; establecer lenguajes comprensibles para los actores locales, rompiendo con la hegemonía de lo escrito frente a lo oral; apoyar la educación propia como mecanismo de defensa contra el discurso dominante que promueve la homogenización cultural; respetar la diferenciación cultural y espiritual interna de las etnias amazónicas a través de la consolidación de los planes de vida; aumentar de manera controlada la población indígena.

No se trata entonces sólo de conservar la biodiversidad, sino también la cosmovisión de los pueblos amazónicos.

Resumen del texto “La biocolonialidad del poder. Cartografías epistémicas en torno a la abundancia y la escasez”, del filósofo Juan Camilo Cajigas, presentado como trabajo de grado a la Especialización en Estudios Culturales de la Universidad Javeriana. El texto completo estará disponible próximamente en la página www.visionchamica.com

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