jueves, octubre 06, 2005

ESTUDIOS CULTURALES:

ESTUDIOS CULTURALES:
POSIBILIDADES Y RESTRICCIONES

Por Fabio Castro


Para analizar una temática que despierta la pasión de un importante número de adeptos como de contradictores, se hace necesario, de manera objetiva, señalar a partir de las enconadas críticas, las limitaciones, tanto de la concepción, como de la proyección de los Estudios Culturales; y a su vez recuperar los aportes que los ha posicionado como una práctica relevante en las ciencias sociales. De manera preliminar explorare simultáneamente los dos escenarios, tanto de las restricciones como las posibilidades, haciendo uso del arsenal crítico que ha querido caracterizar dicha teoría.

El Dilema de la Nominación.

Ante la nominación encuentro por lo menos dos preocupaciones: si bien es cierto que ha existido un auge respecto al tema, resulta curioso que los rasgos distintivos de los Estudios, estén connotados por algunos trabajos de intelectuales destacados en líneas disciplinares precisas, y que a su vez dichas contribuciones no se han rotulado específicamente como Estudios Culturales. En otras palabras, las adscripciones al campo de estudio no están dadas por coordenadas epistemológicas definitorias, pero sí, por autores en particular que no se inscriben en el campo y a su vez son reconocidos dentro del mismo. En esta vena, es también latente la dificultad para caracterizar el campo, o tan solo el manejo de elementos en común que nos permitan reconocer elementos identitarios del concepto, o la construcción de un repertorio categorial que lo construya.

Sí los Estudios Culturales se han identificado por los autores que los agrupa, podríamos concluir que:

1. Son herederos de una tradición crítica con fuertes inclinaciones marxistas desde tiempos de la escuela de Birmingham, en donde encontramos los principales epónimos para el momento en: Raymond Williams, Hoggart, más adelante Stuart Hall. Pese a que en Inglaterra los estudios sobre el marxismo no se encontraban lo suficientemente adelantados, personajes como R. Williams abanderaban un marxismo humanista, además con un alto grado de militancia; trabajaban haciendo educación de adultos en barrios populares.

2. Existen autores que sin estar adscritos y no ser reconocidos como precursores de los Estudios Culturales, sus aproximaciones ya daban cuenta de ciertas bondades atribuidas exclusivamente a los Estudios Culturales. Sólo para tomar un caso, Santiago Castro manifiesta que una de las novedades de esta campo emergente es haber “contribuido a superar la dicotomía entre el objetivismo y el subjetivismo (es decir entre las tendencias nomotéticas e ideográficas)...que plantear la relación dialéctica entre sujeto y estructura es el principal aporte de los estudios culturales”. Que se le endilgue dicha transformación a los estudios culturales no termina por ser del todo cierto. Basta recordar que reconocidos sociólogos ya apuntalaban la crítica y superaban dicha dicotomía en trabajos muy precisos. Pierre Bourdieu señalaba, refiriéndose al “homus Academicus”, “uno de los objetivos de este libro es demostrar que la oposición entre lo universal y lo único, entre el análisis nomotético y la descripción ideográfica es una falsa antinomia” lo que indica que este debate ya se venía perfilando desde los años sesenta o antes. Solo por mencionar algún ejemplo. (Además los investigadores que se adentraban en la polémica sobre la “construcción del objeto” ya no partían de la escisión sujeto-objeto, sujeto-estructura, en ultimas no es solo un crédito de los estudios culturales).

3. La tradición latinoamericana en los estudios culturales han reconocido la cultura como “el espacio donde la colonialidad del poder ha sido legitimada o impugnada desde diversas perspectivas sociales” , lo que implica que las teorías poscoloniales “realizan esta pregunta, al sospechar que la lógica cultural del sistema-mundo se encuentra atravesada por la gramática social dela colonización” , y como carta de principio reivindican la descolonización del pensamiento occidental con un ajuste a las políticas del reconocimiento a los saberes populares. En este sentido podríamos decir que ¿la producción intelectual de José Carlos Mariategui, o un José Martí se ajustan a un programa de la subalternidad y por esta vía a los estudios culturales?

Cómo he venido insistiendo, los nombres que adscriben a este campo son los que han determinado su existencia, o dicho de otro modo “se los identifica a través de los autores y no del mote específico de “estudios culturales”, lo cual muestra cierta ignorancia de aquello que agrupa/diferencia a sus autores dentro de un campo específico, a la vez que dispersa éstos en la constelación de otras comunidades científicas previamente establecidas”.

Luego las preguntas por las nominaciones no carece de importancia y mucho menos son inoperantes: ¿Qué características portan los que se inscriben en una tradición de estudios culturales? ¿Sí se comparten algunas de las premisas de los estudios culturales con el del pensamiento político y académico de algunos intelectuales, es suficiente para que hagan parte de este campo de estudios? De contestar a lo anterior con un sí rotundo, considero que estamos en mora de recuperar trabajos de escritores latinoamericanos como los ya señalados, en los que en buena medida denuncian el colonialismo; otros que recomponen las preguntas en tanto las condiciones de posibilidad de un pensamiento autónomo y crítico.

En el momento actual, se podría salir al paso con un cuestionamiento de mayor calado, que engloba las denominaciones y los elementos constitutivos de un espacio de interés, que porta el cuño de legitimidad para la producción teórica en estudios culturales: es la institucionalización de la propuesta, la existencia de programas que lo acrediten como “especialista o doctor” en un determinado saber, “ello a permitido a los estudios culturales sentar una fuerte presencia en el campo académico, en profunda contradicción con lo popular-masivo, y con su alegado rechazo de la institución universitaria”. Este nuevo escenario coloca en evidencia contradicciones pero también alternativas para la construcción de significados en el mundo social.

Lo cierto es que en sus inicios la propuesta siempre sostuvo una actitud crítica y reticente ante los círculos académicos, por supuesto tomando distancia frente a las disciplinas tradicionales, y paulatinamente la discusión en contra de lo académico terminó haciéndose dentro de lo académico como consolidación, autolegitimación y por que no decirlo autodenominación. Así las cosas, el panorama no es menos que polémico al detenernos a analizar el lugar de enunciación de los discursos. Sí realmente lo importante para los estudios culturales es el nivel de reflexividad frente al discurso, tomar en suma consideración el lugar desde son emitidos, es evidente que con la institucionalización de un campo de estudio, se agudiza la progresiva despolitización de la prístina propuesta, o por lo menos podríamos manifestar que los estudios culturales dentro de una universidad, allende la filosofía institucional o su raigambre, son políticamente inofensivos, aunado a que “no se comprende del todo el significado de esta reivindicación de los efectos políticos que tendrían los estudios culturales, muy lejanos por cierto de los que podemos advertir en los alumnos en que se seducen por ellos, habitualmente fascinados por el mundo mediático y para nada críticos de los espacios de marketing y el consumo desde los cuales se ha jaqueado el Estado-nación”.

También valdría la pena, analizar las propuestas curriculares de las universidades que ofrecen el programa de estudios culturales, el perfil de sus docentes y estudiantes, su militancia, la posición de la facultad en el campo académico general, el nivel de incidencia social, establecer las verdades condiciones de emergencia del discurso, para dar cuenta de su potencial crítico y de su criterio político.

Los Estudios Culturales Desahuciados.

No obstante la “juventud” de los estudios culturales, han generado un impacto tal dentro de las ciencias sociales que se han hecho acreedores a múltiples críticas, algunas triviales otras profundas y sugestivas. En este apartado, intentaré recoger buena parte de los cuestionamientos a la propuesta, que pasan por sus deficiencias epistemológicas, el soporte metodológico y los aportes y resultados de sus prácticas en sí mismas.

Para tal fin circunscribo el análisis al corpus argumental de Carlos Reynoso, en su libro “Apogeo y Decadencia de los Estudios Culturales”, y algunas conclusiones de Roberto Follari a propósito del mismo. En buena parte del texto, el antropólogo argentino no le otorga ningún grado de validez, y tampoco posibilidad de permanencia a esta perspectiva cultural; considera que la propuesta carece de principios, teorías y métodos, no son concluyentes en ninguno de los aspectos y mucho menos genera aportes a la investigación social. A continuación presentaré algunos de los puntos de quiebre.

1. Debilidad de la Postura Teórica. Sostiene que es dudosa la tradición inicial de Williams, Hoggart y Hall, luego el criterio de legitimación es inexistente, “y que las trivialidades que hoy se advierte en ellos estaban presentes desde el comienzo, donde nunca habría existido una voluntad teórica seria, ni un compromiso ideológico definido”. Además la carencia epistemológica es demostrada bajo la imposibilidad de acudir a un objeto de estudio en concreto, bajo la forma de la teoría tradicional, que no se compadecen de “marcos teóricos originales” que deberían haberse producido tras varias décadas de estudios culturales. Por la incapacidad de construir su propio campo de estudio deciden acudir a un eclecticismo que recicla algunas discusiones no dadas al interior de las disciplinas y temas propios de su ligereza conceptual, “los procedimientos de los estudios culturales consisten en recortar y coser las diversas teorías y teóricos (además de experiencias y narrativas) extraídos o escapados delas diversas prisiones epistemológicas”.

2. Insuficiencias Metodológicas. En orden a lo anterior, la denunciada precariedad epistemológica se manifiesta en la ausencia de estrategias metodológicas construidas al interior de los estudios culturales. Para desarrollarla crítica acudo a Reynoso: “la forma misma de los estudios culturales es hostil a cualquier variante inteligible de perfeccionamiento metodológico (...) y cada estudio construye su propio marco desde el vacío”. En tanto la falta de reconocimiento “del estatuto conceptual de las disciplinas, lejos de ser un mérito, como estos lo suponen, constituyen un serio problema: lleva a una evidente debilidad tanto teórica como metodológica”. Ahora bien, la incertidumbre que le genera a los detractores la inexistencia de un soporte metodológico explicito, a los estudios culturales no les genera desvelo; es asumido como correlato explicativo de las decididas posiciones antidisciplinares, que recomponen constantemente el diseño del mecanismo que presupone el método.

3. Aportes y Posibilidades. Ante las ponzoñosas embestidas, hay que decir que existe un caudal de argumentos desde donde se hace posible contrarrestar buena parte de los señalamientos. Apoyado en las reflexiones de algunos defensores de los estudios culturales, en torno a las afirmaciones de Reynoso, (sin asumir la discusión como gendarmes de la doctrina), es posible recuperar lo siguiente:
a. Lo que no han comprendido algunos teóricos instalados en la teoría tradicional, es que la concepción del objeto de estudio, para el caso “cultura”, ya no se encuentra alinderado en las vestes de la antropología y, la predeterminación de un objeto genuino proscrito a la in varianza. La concepción de los estudios culturales de la “cultura” viene definida por las variables que la integran, la identifican “ya no con formas específicas de producción simbólica, sino que la consideran punto de entrada para una perspectiva analítica que privilegia ciertas dimensiones de la vida social ligadas a la producción, circulación del sentido” . De esta forma, la relevancia se encuentra configurada por las relaciones simétricas y asimétricas, continuas y discontinuas, diacrónicas y anacrónicas que se confección con y frente al “poder”, y de manera bifronte propone espacios de acción política: consolidación de saberes populares que se retroalimentan con las iniciativas presentadas en el orden de la reinterpretación de la cultura (ya señaladas), y la profusión comunicante de la praxis social, que modifique los estatutos de saber de la academia.

b. El papel que han jugado los estudios culturales en la transformación de las ciencias sociales es innegable, como punto de enlace, interfaz de asociaciones que catalizan preguntas y cuestionan la dinámica de las disciplinas tradicionales. La comisión Gubelkian reconoce a los estudios culturales tres contribuciones fundamentales a la reestructuración de las ciencias sociales: “la importancia central, para el estudio de sistemas sociales históricos, de los estudios de género y todos los tipos de estudio no eurocéntricos; segundo, la importancia del análisis histórico local, que muchos asocian con una nueva actitud hermenéutica; tercero, la estimación de los valores asociados con las realizaciones tecnológicas y su relación con otros valores”.

Desafíos

Los estudios culturales enfrentan una responsabilidad histórica frente a las exigencias del nuevo orden, caracterizado por una avanzada vertiginosa del capital, la perdida de la hegemonía política de los estados nacionales, la creciente brecha entre poblaciones que no tiene acceso a recursos que garanticen la subsistencia en condiciones dignas, y la rampante burguesía que maximiza y acapara la riqueza. Todo esto ha conllevado una reorientación de las relaciones de poder en la geopolítica mundial, y la confirmación de una nueva “Vulgata planetaria”. Bajo este diagnóstico pondré en escena dos necesidades que traslapan el discurso actual de los estudios culturales.

Transdiciplinariedad

Otro de los aportes de este campo de estudio, es la ruptura que se ha generado para transitar en los intersticios de las disciplinas. El funcionamiento del conocimiento como compartimentos estanco nos condujo a una construcción de esquemas rígidos e inapropiados para la interpretación de la realidad, y negaban la apertura a nuevas posibilidades de circulación de conocimiento. Si bien es cierto que en el momento actual, la transdiciplinariedad ya porta la carta de navegación que le legitima tanto en las ciencias sociales como las ciencias naturales para de manera transversal ofrecer elementos vinculantes allende las disciplinas, (situación que me parece por demás saludable), a mi juicio conlleva un riesgo y es el de generar conocimiento de superficie.

Como apuesta definitiva de los estudios culturales, la transdiciplinariedad en un estado ideal, debe exigir (no presumir) un constructo teórico riguroso en los contenidos de las disciplinas en que se han formado los investigadores. Habitualmente encontramos académicos que pregonan la transdiciplinariedad, con visibles limitaciones en el manejo de conceptos fundantes de las ciencias y categorías cruciales en ciertos autores. Es lo que considero en llamar académicos “de solapa”, es decir que sus lecturas no trascienden la mirada de la solapa de los libros; algunos van mas allá y con algunos esfuerzos logran terminar la introducción, entonces pretenden saber de lo divino y lo humano balbuaciando retahílas o frases sueltas que más parecen de panfleto. Aunque parezca jocoso este tipo de intelectuales abundan y sobre todo en los estudios culturales.

El desafío radica en el fortalecimiento de la iniciativa, acompañada de una reflexión teórica y epistemológica, liberándose “del riesgo de convertirse en una nueva ortodoxia fascinada con su poder innovador”.

Politización del Discurso

Sin querer restar importancia a las controversias revisadas, considero que el debate actual de los estudios culturales debe estar concentrado en la discusión de la dimensión política del conocimiento, plantear(nos) niveles de entendimiento de la coyuntura, que nos implique resemantizar las relaciones entre academia y sociedad.

Estás preguntas pasan desde las políticas de producción de la teoría, hasta las formas de acción política. En un primer momento deben instalarse en el lugar de enunciación de los contenidos académico institucionales, y auscultar acerca de la genealogía de los discursos que apoyan el pensamiento crítico y autogestionario.

Es necesario que asuman una verdadera alternativa emancipatoria en el entramado de relaciones de las ciencias, y de una vez por todas proscriban las lógicas del conocimiento autoreferente, que se reducen a la retroalimentación de sus propios discursos; “que participen plenamente en la formación de la autonomía desde el único lugar que e es posible: la generación de conocimiento libre de todo colonialismo para, finalmente, superar el epistemicidio occidental” .

Se hace imperativo, constituirse en un campo que de cuenta de las expresiones identitarias propias del mosaico multicultural latinoamericano, y estratégicamente, maquinando-maquillando, emprender un proyecto político-cultural que posibilite la construcción de un “nuevo bloque histórico”, a la estatura de la nueva realidad del imperio.


APUNTES SOBRE LA SUBALTERNIDAD Y LA POSCOLONIALIDAD

(Maria Esther, en esta parte solo hago una descripción de los conceptos, posteriormente te envío una buena elaboración)

La idea de subalterno viene de Gramsci, quien la emplea para designar esencialmente lo mismo que las clases populares. El proyecto de Estudios Subalternos fue desarrollado inicialmente por un grupo de historiadores y politólogos de la India, bajota dirección de Ranajit Guha. Metodológicamente el grupo mezcla elementos de las ciencias sociales con aportes de la crítica literaria, la teoría posestructuralista y feminista. El tema surge en el campo de los Estudios Culturales en el marco de una tensión entre la propuesta que pretende institucionalizarlos y normalizar el proyecto, y los que consideraban que el proyecto debía ser una práctica radicalizadota de presión sobre las disciplinas. Los defensores de esta última propuesta le apostaron a los estudios subalternos, reconociendo los antecedentes de los trabajos desarrollados en la India, que guardaba una afinidad con los procesos de la revolución nicaragüense o con otros proyectos de izquierdo de los que venían participando: “Estudios Subalternos se prestaba a nuestras necesidades porque los problemas que identificaba la gente de este grupo en la historiografía de la India eran muy parecidos a los problemas de nosotros: la crisis del nacionalismo, la crítica a las instituciones de High Culture, de la literatura, etc. Entonces pensamos que las dificultades de la revolución cubana, o la nicaragüense, eran el producto de esas revoluciones, aunque andaban en la dirección de rearticular la relación dominante/subalterno, no habían radicalizado suficientemente esa relación”. (Entrevista a Jonh Beverley).

En principio se consideró que los trabajos de subalternidad era el componente más amplio de los estudios culturales latinoamericanos. Los estudios de la subalternidad son culturales con una carga política precisa.

El subalterno emerge de los intersticios de las disciplinas académicas (recordar que la propuesta es pensada desde la interdisciplinariedad), desde la crítica filosófica de la metafísica o de la teoría literaria y cultural contemporáneas, hasta la historia y las ciencias sociales. Sin embargo detrás del problema del subalterno se encuentra la necesidad de reconceptualizar la relación entre el Estado, la nación y el “pueblo” en los tres movimientos que han inspirado y dado forma a los estudios latinoamericanos: la revolución mexicana, cubana y nicaragüense.

El axioma claro en los estudios subalternos: las elites representadas por la burguesía nacional y/o administración colonial son responsables de haber inventado la ideología y la realidad del nacionalismo. Su forma de mirar las cosas se ubica en el punto de intersección creado entre el antiguo poder colonial y el futuro sistema poscolonial del Estado-nación, en donde ellas ocuparían un papel hegemónico. El problema central de la poscolonialidad es lo que Guha llamase “la incapacidad de la nación para realizarse a sí misma”, incapacidad debida a la incapacidad histórica de los gobernantes.

El subalterno aparece como un sujeto migrante, tanto en sus propias representaciones culturales como en la naturaleza cambiante de sus pactos con el Estado-nación. De acuerdo con las narrativas del marxismo clásico y del funcionalismo sociológico respecto “al modo de producción”, el sujeto migrante aparece cartografiado como formando parte de, los estadios de desarrollo de la economía nacional.

En conclusión la subalternidad es entendida como una condición de subordinación, entendida en término s de clase, casta, género, oficio o cualquier otra manera



BIBLIOGRAFÍA


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GARCÍA CANCLINI, Néstor. El Malestar de los Estudios Culturales. Revista Trimestral Fractal. www.fractal.com.mx/F6cancli.html. 2004.

CASTRO-GÓMEZ, Santiago. Apogeo y Decadencia de la Teoría Tradicional una visión desde los intersticios. . En Estudios Culturales Latinoamericanos. Retos Desde y Sobre la Región Andina. Universidad Simón Bolívar. Ed. Abya-yala. Quito 2003.

---------------------- (ed.) 1995. La reestructuración de las ciencias sociales en América Latina. Instituto PENSAR, Bogotá.

FOLLARI, Roberto. La Proliferación de los Signos. Buenos Aires 2004. Homo Sapiens.

PALERMO, Zulma. El Sentido de la Diferencia: pensar desde los márgenes andinos. En: La reestructuración de las Ciencias Sociales en América Latina. Bogotá. PENSAR 2000.

REYNOSO, Carlos. Apogeo y Decadencia de los Estudios Culturales una visión antropológica. Gedisa.

WALLERSTEIN, Immanuel. Abrir Las Ciencias Sociales. Madrid 1997. Siglo veintiuno editores.

1 comentarios:

Javier Enrique Esis dijo...

Que buena idea la de este blog... Muy interesante y sobre todo adecuado para nosotros los investigadores culturales... Sus aportes son de gran ayuda para muchos trabajadores de la cultura... como yo que trabajo en la Dirección de Cultura de la Universidad del Zulia, en Maracaibo - Edo. Zulia - Venezuela. Como docente de la Facultad Experimental de Arte de esta Universidad, sabre aprovechar sus discusiones para socializarlas con mis estudiantes...

MSc. Javier Esis.
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